Educar la sensibilidad implica enseñar
a valorar… Valorar diversas situaciones que van construyendo la historia de
nuestras existencias; una historia que vamos elaborando segundo a segundo;
ininterrumpidamente… Porque esto es lo único real: La historia de nuestra vida
que se va conformando de acuerdo con las decisiones que tomamos frente a las
también ininterrumpidas situaciones que debemos enfrentar: Los demás deciden y
esa decisiones nos afectan; seamos conscientes de ello o no; nuestras
decisiones también afectan a los demás… A veces, las consecuencias son
inmediatas, directas; otras, no… se suceden en una inacabada cadena de
situaciones La escritora Marguerite
Duras, lo expresa muy bien en su novela autobiográfica “El amante”, escrita
cuando tenía setenta años:
“Ahora comprendo que muy joven, a los
dieciocho años, a los quince años, tenía ese rostro premonitorio del que se me
puso luego con el alcohol, a la mitad de mi vida. (…) Quince años y medio. La travesía del río.
(…) Debió de ser en el transcurso de ese viaje cuando la imagen se destacó y
alcanzó su punto álgido. Pudo haber
existido, pudo haberse hecho una fotografía (…) Pero no existe. El objeto era demasiado insignificante para
provocarla. ¿Quién hubiera podido pensar en eso? Sólo hubiera podido hacerse si
se hubiera podido presentir la importancia de ese suceso en mi vida, esa
travesía del río” (M. Duras, “El amante”. Ed TusQuets, Barcelona, 1991, Pág.
15-16). Así es, no hay una foto de ese
momento de la vida de Marguerite que marcó la historia de su vida, un día
aparentemente como cualquier otro que creemos no volveremos a recordar pues
aparece rutinario. Pero esta vez
apareció una limusina y en ella aquel elegante chino que la mira para luego
entablar una conversación… Marguerite tiene quince años y medio; él
veintisiete… Ella decide responderle; luego aceptará la lleve a casa… A partir
de entonces, vendrán otros encuentros y muy pronto la decisión de estar
repetidas veces junto a él, en ese departamento donde ella decide no lo amará
sino será el medio de llevar el sustento monetario que necesita su madre para
mantener a su pequeño hermano y al otro, al irresponsable, al que los hiere… Él
le dirá constantemente que la ama; pero ella es muy niña para saber lo que es
amar y pesan las palabras de su madre sobre ella: lo mejor que puede hacer como
mujer es lograr un hombre con dinero… Año y medio después, el chino de Cholen
insistirá que la ama y que ella debe decidir: Por razones de tradición, él debe
casarse con quien su padre ha decidido debe hacerlo, desde que era niño; él está
dispuesto a renunciar a todo por ella… Marguerite insistirá en que no le ama;
le dice que se case y que a ella le dé dinero para regresar a Francia, en
barco, junto a su madre y hermanos… El día de la partida la limusina estaba
allí, ella en la borda, como la primera
vez en el transbordador. Ya entrada la
noche, en el gran salón del puente principal, se dejó oír un vals de Chopin…
Entonces se produjo un salto en la vida de Marguerite “Y la joven se levantó
como para ir a su vez a matarse, a arrojarse a su vez al mar y después lloró
porque pensó en el hombre de Cholen y no estaba segura, de repente, de no
haberle amado con un amor que le hubiera pasado inadvertido por haberse perdido
en la historia como el agua en la arena y que lo reconocía sólo ahora, en este
instante de la música lanzada a través del mar” Y Marguerite envejeció porque
descubrió muy tarde quién era ella y quién era él y su amor… Un día, en París,
luego de cuarenta años, después de la guerra, bodas y divorcios, hijos y
libros, la escritora recibió una llamada telefónica: “Ella le reconoció por la
voz. El dijo: sólo quería oír tu voz.
Ella dijo: soy yo, buenos días. (…) Y después ya no supo qué decirle. Y después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía la
amaba, que nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte” (Ibíd.
Pág. 146)
Nadie sabe con anticipación, cuál será el
momento de las decisiones más importantes… Lo sabremos luego, por las
consecuencias… las decisiones tomadas por Marguerite Duras, entre los 15 años y
medio y los dieciocho años, marcaron toda su vida y la de aquel hombre; las
decisiones de su madre la marcaron desde niña a ella… Marguerite se fue
revistiendo de una coraza para no amar…
peor aún; para no amarse. La forma de
defenderse fue hacerse insensible, indiferente a su propio ser y al de otros.
¿Consecuencias? Sufrió e hizo sufrir.
Uno de los factores que influyen en la
mala toma de decisiones, es el no apreciar, el no saber valorar las situaciones
posibles o actuales ante las cuales nos encontramos. Una especie de ceguera afecta al ser humano
que lo lleva a arrasar con todo lo valioso, incluso consigo mismo; una
insensibilidad para apreciar la belleza, la bondad, la lealtad, lo sagrado o
digno…
En
esta Unidad, propondré algunos principios y virtudes vinculadas a ellos, que
debiéramos tener presentes, si nos proponemos educar la sensibilidad para
formar en valores.
- Distinguir
entre juicios de valor (axiológicos), juicios afectivos, juicios sobre
sensaciones, juicios respecto ideas, juicios de fe o creencias.
- Distinguir
entre las realidades - objeto o útiles y realidades - transobjetivas o
dignidades.
- Distinguir
entre cuerpo y corporalidad.
- Despertar
sentimientos nobles y educar las sensaciones para actuar noblemente.
- Aprender
el asombro y la admiración
- Aprender
a recordar, imaginar e idear
fantasías
- Restablecer
el vivir por un ideal y felicidad
- Distinguir
entre hecho y acontecimiento; significado y sentido; producto y creación.
1.
Distinguir entre juicios de valor (axiológicos) y juicios afectivos, sobre sensaciones, ideas y creencias.
C.S. Lewis, autor de las Crónicas de
Narnia, muy molesto reclama sobre los riesgos de confundir lo que es emitir un
juicio sobre una teoría o ideas con
juicios valóricos y afectivos:
“Dudo que prestemos suficiente atención a la importancia que
tienen los textos escolares básicos.
Tal es el motivo que me ha llevado a elegir como punto de partida de estas
conferencias un pequeño libro de
lenguaje destinado a "niños y niñas que cursan sus últimos años de
escuela" (…) No quiero poner en ridículo a dos modestos
profesores que hacían lo mejor que podían; pero tampoco puedo guardar silencio ante lo que creo la
verdadera tendencia de su obra. Por lo tanto, he decidido ocultar sus nombres. Llamaré Gayo y Tito a estos
dos señores, y a su obra, El libro verde. Pero les aseguro que este libro existe
y que lo tengo en mi biblioteca.
En el segundo
capítulo, Gayo y Tito citan la conocida historia de Coleridge en la cascada.
Recordemos que había dos turistas
presentes: uno la llamó "sublime" y el otro, "linda"; y que
Coleridge mentalmente aprobó el primer juicio y rechazó con disgusto el
segundo. Gayo y Tito opinan lo siguiente: "Cuando el hombre dijo Esto es sublime, parecía
referirse a la cascada... En realidad... no
estaba hablando de la cascada, sino de sus propios sentimientos. En efecto, lo que estaba diciendo en realidad era Tengo ciertos sentimientos, asociados en mi mente a la palabra 'sublime'... o más
brevemente: Tengo sentimientos sublimes.”
He aquí varios temas bastante profundos, tratados un poco a
la ligera. Pero los autores aún no han terminado.
Añaden: "Esta confusión está siempre presente en el lenguaje, en el uso habitual que hacemos de él. Parecemos estar diciendo algo muy importante sobre una cosa y, en realidad, sólo decimos algo sobre nuestros propios
sentimientos". (“C.S. Lewis “La abolición del hombre”. Ed. Andrés bello, España, 200,
pág. 11-12)
Muy
molesto, Lewis aclara que la expresión de uno de los turistas “es sublime”
surge ante la admiración por la magnificencia, grandeza, perfección de la
cascada, del paisaje. Se trata de un
goce estético, es decir un goce ante la belleza que, en este caso, hace
referencia a la perfección de la naturaleza. Es símil a cuando ante la visión
del filme “Anjos do sol”, en el cual vemos como una mujer se enriquece con la
compra y venta de niños para su comercialización sexual, exclamamos: “Es
depreciable”. Lo despreciable es la
acción de esa mujer. Al decir
despreciable, estamos valorando una acción como perversa, no digna de ser
apreciada, pues atenta contra todo valor.
No es una expresión que aluda a que
nuestros sentimientos son despreciables.
"Hay
formas distintas de belleza. Entre ellas destaca lo sublime, lo que nos asombra
por su grandeza y valor, y nos invita a elevarnos a su altura. Esta elevación
sólo podemos llevarla a cabo si somos sensibles y receptivos. (...) Cuando se
piensa en lo pobres, se lamenta automáticamente su carencia de alimento,
vestido y hogar. Pero se alude menos a la sordidez del ambiente y a la fealdad
del entorno. Parece olvidarse que la belleza va de la par con la verdad y la
bondad. Son tres lo ejes de la vida humana normal" (Alfonso López Quintás
en "El Libro de los valores" que escribiera junto a Gustavo
Villapalos. Planeta 1998. España, p. 351 y 353). Por su parte, Anthony de Mello en su relato "Un minuto
para el absurdo" nos cuenta:
"El maestro le dijo a un asistente
social: - Me temo que estás haciendo más mal que bien.
- ¿Por qué?
- Porque únicamente subrayas uno de los
imperativos de la justicia.
- ¿A saber...?
- Que los pobres tienen derecho al pan.
- ¿Y cuál es el otro?
- Que los pobres tienen derecho a la
belleza. (Sal Terrae, Santander 1993, p.134)
Así
la educación estética (de la belleza) es parte de la formación de la persona
como tal, de toda persona y todo acto personal. Es la formación del hombre como
contemplador. Enseñar a vivir la vida y cada uno de sus actos en forma bella,
para ser mejores personas, es nuestro reto. Es la belleza del ser la que tiene
manifestaciones o proyecciones sensibles para las cuales hay que educar la
sensibilidad. La educación de la sensibilidad o estética – de la belleza-
impulsa la ascensión del hombre desde lo visible a lo invisible.
Es
respetable, justo, correcto, perverso, injusto, prudente, miserable,
respetable, importante, despreciable, digno, indigno, honesto, etc., son
afirmaciones que tienen que ver con valores éticos (vinculados al bien o mal
actuar moral). Es bello, es feo; no es
armonioso; tiene que ver con valores estéticos. Es verdadero, es falso, es
ambiguo; dice relación con valores del intelecto.
Afirmaciones
respecto sentimientos son: Lo amo, tengo cariño, afecto, ternura, odio,
antipatía, alegría, tristeza, temor, angustia, pena… etc.
Juicios
sobre sensaciones: me agrada este sabor, es lindo este color, tengo hambre,
estoy mareado, tengo frío, siento placer… etc.
Juicios sobre ideas son: La ley de gravedad consiste
en… El átomo de uranio… las palabras
esdrújulas son…
Juicios
sobre creencias: Dios existe, Dios no existe, existe la rencarnación, con la
muerte termina la existencia, después de la vida vamos a otra dimensión…. etc.
Respecto
a los profesores que Lewis critica, además, ellos emiten otro juicio de valor
cuando dicen: “Parecemos estar diciendo
algo muy importante sobre una cosa y, en realidad, sólo decimos algo sobre
nuestros propios sentimientos “.
Hacen una valoración de los sentimientos como algo poco importante, esto
es, no valioso.
2.
Distinguir entre las realidades - objeto o útiles y realidades - transobjetivas
o dignidades.
Debemos
enseñar a distinguir las realidades materiales –visibles, objetivables- de las
realidades transobjetivas, esto es, no materiales, por lo tanto, no reducibles
a objeto o cosa. Alfonso López Quintás
cuenta la siguiente anécdota: “Le
pregunto a un niño de unos cuatro años si tiene un pañuelo, y me dice que sí. «
¿Dónde lo tienes», agrego. Y él señala el bolsillo. Hago lo mismo respecto a un
bolígrafo, y el niño me indica que lo tiene en la carpeta. Hasta aquí todo
transcurre de forma normal. El niño no muestra la menor extrañeza ante mis
preguntas. Pero seguidamente le pregunto cuántos años tiene. El extiende sus
deditos y me dice «cuatro». Entonces, con toda seriedad le pregunto dónde los
tiene. De ordinario, el niño se queda mirándome, no responde y esboza una
sonrisilla. Esta sonrisa denota que mi pregunta le resultó chistosa. De hecho,
es un chiste. El niño no sabe dar razón de ello, pero intuye que algo en mi
pregunta no encaja. Y, como la falta de encaje es provocada por un descenso de
nivel, le resulta cómico”
http://cerezo.pntic.mec.es/~alopez84/curso/modulo1/lecti29.html#009
Tenemos las realidades
“objeto”, “cosa”, “cuerpo”, “materia”, perfectamente delimitables en el
espacio, visibles, mostrables. Pañuelo,
bolígrafo son “cosas”, ocupan un lugar en el espacio; por lo tanto, tiene
sentido preguntar dónde están. La edad de una persona, su alegría o angustias,
corresponden a otro tipo de realidades; se trata de realidades transobjetivas,
personales, no son cosa ni parte de una cosa u objeto guardable o
mostrable. La belleza personal, por
ejemplo, pertenece a un ámbito personal, un ámbito superior al cuerpo, un
ámbito muy real pero no visible ni mostrable sino expresable a través de una
biografía, una mirada, una acción, una obra… Por supuesto, se trata de
realidades sólo captables por quienes tienen la sensibilidad para hacerlo. En el caso
que cuenta López Quintás, el niño no entiende, no puede dar una
explicación académica sobre dónde tiene guardados sus cuatro años; sólo sonríe
porque intuye que la pregunta no tiene sentido; es un absurdo. Lo mismo acontece cuando nos preguntan cuánto
amamos a alguien… ¿Un kilómetro, una tonelada? De ahí las respuestas de quienes
intentan expresar todo su amor con un: “Te amo de aquí al cielo o a la
eternidad”.
Así,
debemos educar para distinguir casa de hogar; edificio de universidad, perro de
compañero de ruta, alumno de persona humana, llanto de dolor, felicidad de
placer, instrucción de educación… Mientras no distingamos estos diferentes
niveles de realidad, seremos seres personas insensibles que no sabemos de
ciencia, arte, política, patria, naturaleza, religión, familia, amistad,
educación o amor pues pondremos en un mismo nivel de jerarquía lo comprable y
lo digno; lo urgente y lo valioso, lo profundo y lo superficial, la presencia y
la apariencia.
·
Respeto: La
distinción entre realidades – objeto y realidades - transobjetivas, nos
vinculará necesariamente con la virtud que llamamos respeto. El respeto es la actitud ante un igual, es la
actitud de dignidad ante otra dignidad, el reconocimiento de su valor como persona.
También se llama respeto reverencial a aquel que manifestamos ante quien
reconocemos como superior en una dimensión en la cual nosotros nos encontramos
en un nivel inferior: Podemos sentir un gran respeto por un gran artista, por
un ser de actuar heroico, por un gran médico o científico, educador, religioso,
etc. El símbolo de todo respeto es la
reverencia.
La realidad cosa es objeto y
nada más. Ahora bien, un objeto puede
ser elevado a nivel personal, pasando a ser una expresión personal más, esto
es, se reviste de la dignidad personal que le dignifica, personaliza: Así, el
cuerpo ya sin vida de una persona, una obra de arte, las realidades que
llamamos mi casa, mi escuela, mi país, mi bandera, mi rosa decía el Principito,
mi mascota, mi anillo de compromiso…
Así, la bandera, los símbolos religiosos, tu casa… pasan a ser respetados en cuanto representan una historia
de vida personal.
·
Burla,
escarnio, desprecio: Por el contrario, la
expresión de falta de respeto es la burla con la cual pretendemos rebajar
la dignidad de un ser personal ante otras personas: La burla es, por otra
parte, expresión de malquerencia o
sentimiento de placer que surge al dañar la imagen de otro, rebajando su
dignidad. El escarnio es la burla
llevada al máximo, expresando una odiosidad difícil de conciliar pues involucra
al ser completo como persona y no a un aspecto de él como sería el caso de un
burla que a veces es producto de una insensibilidad por parte del burlesco o
situación momentánea. La malquerencia es
distinta al desprecio pues al despreciado se lo excluye de toda
atención. Quien desprecia no nombra al
despreciado.
·
Gratitud es otro
de las virtudes a formar: Gratus, agradar, agrado, gratitud, gratuito,
congratular, gratificar, agradecer... Recibir un don, un regalo, nos agrada y
lo agradecemos ¿o no? Se agradece no propiamente lo regalado sino el acto de
regalar, la benevolencia puesta en él; su gratuidad. Por ello cada regalo es
único; porque el acto de regalar es único. Es cierto que muchos degradan el
acto de regalar, convirtiéndolo en una verdadera transacción comercial, en un
negocio. Sólo quien es capaz de ir más allá de lo objetual es capaz de
descubrir los valores más altos, inscritos en las acciones más simples, en las
realidades más aparentemente pequeñas. Sólo el hombre que respeta puede
descubrir el valor de la existencia y agradecer se le haya sido donada y puesto
en el centro del infinito Universo.
El ser humano sensible ama,
respeta, agradece. Agradezco tu
existencia dice el amado. Agradezco mi existencia, la del Universo y las
potencialidades para constituirse en descubridor y co-creador. Es más, conscientes
de no haber sido los creadores de la propia existencia, ni del Universo, surge
una mayor gratitud porque se está consciente de que son dones. Únicos,
irrepetibles, irreemplazables en medio de tanta inmensidad y misterio, con la
capacidad de ser conscientes de todo ello y de direccionar las potencialidades
que se nos ofrecen, dando un perfil a este Universo… Beethoven, Neruda cada uno
trascendiendo a través de sus obras que nos privilegian. No cabe duda; la
alternativa es ser agradecido o desagradecido.
Al igual
que en el respeto, el agradecimiento requiere de nuestra detención para
contemplar y admirar todo lo que se nos oferta gratuitamente: ser conscientes
de ser, poder apreciar la belleza de un amanecer, de una melodía, de una
persona, de un cuento y, si eres creyente, de Dios, o como le llames.
Agradecemos a quien nos regala. Por último, tengamos presente que es igual de
importante saber recibir un regalo, ser agradecido; como saber regalar. Se da
con el alma; quien da con indiferencia, no da; a lo más, cumple con un
formulismo por apariencia o para evitar un mal rato; no sentirse incómodo.
Igualmente, quien da para dominar o mostrar superioridad, tampoco regala sino
agrede. Regalar requiere amar, generosidad,
respeto. Se regala un sentido no un objeto en cuanto funcional.
• Generosidad y solidaridad
Sólo el
hombre que respeta puede mantener la distancia necesaria para dejar ser sin
reducir, sin dominar; sino, por el contrario, solidarizar. Solidarizar,
solidus, sólido, soldado, soldar, consolidar… Cuando las personas tienen
valores asentados en su alma, tienen convicciones, son sólidos en los cuales se
puede confiar. Los líquidos, en cambio, no mantienen una forma propia sino que
adoptan la del recipiente; no se puede confiar en ellos como sustento, como
base. Pues bien, se es solidario cuando se va al encuentro de quien también va
tras los mismos valores, aunque sea por caminos distintos y con distinto
estilo. Se es solidario porque entonces, ya no se va solo sino en unión con
otros, complementándose, formando equipos, liderando. Un coro es un equipo
conformado por distintas voces que armonizan porque se ponen al servicio de un
sólido que es la recreación de una obra. Un mismo ideal une en generosidad a
los hombres de bien; por sobre las diferencias de ideas, costumbres y credos. Y
no puede ser de otra forma; pues quien respeta es solidario y, por lo mismo,
generoso.
·
Generosidad, genus,
gen, generar. Se es solidario en la construcción, esto es, en la generación de
un bien, de un valor. El solidario coopera con otro en la generación de la
obra. Por ello, el violento no es solidario ni generoso; sí puede ser
cómplice. El cómplice, contrariamente,
se junta con otros pero en orden a degenerar, destruir, desvalorar. Así, los
cómplices destruyen valores, personas, naturaleza… debemos educar la
sensibilidad para que el ser humano, cordialmente, respetuoso, agradecido,
valore y solidarice generosamente, en la construcción de un mundo mejor. Sólo
así trabajaremos por el surgimiento de una cultura de la solidaridad y no de la
competencia que impulsa la envidia, la avaricia, la inequidad…
3. Distinguir entre cuerpo y corporalidad.
Debemos enseñar a distinguir
entre lo que somos, expresamos y mostramos. Esta distinción permitirá que
distingamos entre cuerpo y corporalidad. Esencialmente personas, personalizamos
(espiritualizamos) nuestro cuerpo; otorgándole características que no son
propias de un mero cuerpo. Los cuerpos
se muestran a los sentidos; son mostrables.
Vamos viéndolos por parte… Nunca los vemos por completo. Podemos abrir
un cuerpo e ir viendo su interior: Tienen exteriores e interiores.
Nosotros,
en cambio, no somos mostrables. Siempre
digo a mis alumnos: Si preguntan por mí, digan que nunca me han visto… No somos
visibles a los ojos. No son visibles nuestros sentimientos, ideas ni
creencias. No somos mostrables sino
expresables. El amante trata expresar a
través de su mirada o una caricia: Yo te amo. Y el pianista trata de expresar a
través del movimiento de sus manos sobre las cuerdas del piano, el dolor o la
ternura. El soldado con el paso de
marcha trata de expresar su poder y el bailarín de ballet su pasión.
Qué
importante es aprender a expresarse y aprender a interpretar la expresión de
los demás; no sólo a través de sus palabras sino de sus gestos, movimientos y
silencios.
Ahora
bien, es cierto que podemos mostrar nuestro cuerpo –y es lo que hacemos ante el
médico- pero, por muy importante que éste sea, no es lo que somos: puedo
mostrar mis ojos pero no es el ojo en cuanto tal lo que nos interesa sino poder
ver a través de ellos el rostro de los seres amados, un paisaje, una obra de
arte y expresar a través de ellos el amor, la pena o incertidumbre…. Este cuerpo, en cuanto me permite hacerme
presente ante los demás, adquiere características que no son propias de lo
orgánico sino de nuestra esencia personal. Cuán necesario es educar la
sensibilidad para devolver la importancia al cuerpo personal, a la
corporalidad, perdida hoy por la invasión de un hombre o mujer que insisten en
reducirse y ser valorados como cuerpos.
Debemos
aprender a expresar, corporalmente, la dignidad de nuestro ser, nuestros
sentimientos y emociones, estado de ánimo, vocación, creencias, sociabilidad,
respeto a los demás, creatividad, intimidad, sensibilidad. Desafortunadamente, hoy no se distinguen
estos niveles y la joven confunde el juego de la seducción o coqueteo con el
mostrar su cuerpo. Precisamente, la
pornografía consiste en deshumanizar la persona, reduciéndola a cuerpo; de tal
modo la mirada del otro no vea a la persona sino sólo se sitúe ante un cuerpo
que se muestra genitalmente. Sólo la
educación de la sensibilidad puede captar la corporalidad y trascender la
mirada del cuerpo y darse cuenta que más o menos silicona no tiene sentido en
lo que es el valor de ser persona y ser una bella persona, que merece todo el
respeto y amor.
El
amante recibe al amado a través de la caricia; pues a través de los cuerpos y
más allá de ellos, los amantes se encuentran. Nadie más bello, porque eres
único: mi hijo-a; mi esposo-a, mi viejo-a… La pregunta es ¿cómo enseñar a
descubrir y valorar lo invisible tras lo visible; cono enseñar la presencia
tras la apariencia? Somos personas y
tenemos que aprender a hacernos presentes como tales. Personas que tenemos una corporalidad que nos
presenta, representa y realiza: Amamos, abrazamos, cantamos, conversamos,
danzamos, paseamos, cosechamos la tierra o golpeamos, destruimos, violamos,
asesinamos. Nuestras manos salvan,
nutren, cultivan o destrozan… Lo importante es nutrir nuestra alma a través de
lo que escuchamos, decimos, hacemos, gustamos.
• El
pudor es una virtud relacionada con la templanza, cuyo olvido trae vacíos
importantes: El pudor es propio de toda persona pues expresa que somos seres
que poseemos intimidad, vida privada y no sólo vida pública como los animales.
Quien no es pudoroso presenta una indefensión y desvalorización de su
intimidad. Así, en la medida que el ser
humano vive una existencia despersonalizada, masa, consecuentemente, pierde su
sentido de intimidad y pudor. Cuenta de
ello son los programas televisivos en que las personas son pagadas para mostrar
su vida privada y las revistas con las vidas privadas de los “personajes
públicos” abundan.
Nada en el cuerpo es malo pero éste, en
cuanto corporalidad, expresa también la intimidad y exclusividad del amor de
pareja; por ello la pareja se acaricia hasta llegar al abrazo sexual más íntimo
en la intimidad, a solas: por ello existe el desnudo erótico como parte de esa
intimidad exclusiva, privada. En los
países que se puso de moda el exhibirse
desnudos en lugares públicos, prontamente aumentaron las consultas médicas por falta de motivación
sexual: Se había perdido parte importante del juego erótico, de la seducción y
del coqueteo que exigen para ser tales del pudor, del no mostrar todo, ante
todos y cotidianamente. Perdido el pudor se había perdido el juego de la
complicidad entre dos amantes que se sienten atraídos por una aventura privada
de entrega y ocultamiento, pasión y recato; fuerza y delicadeza; aventura
erótica de sólo dos intimidades que se aman, antes y más allá de todo
beso.
Es
el pudor el que nos lleva a vestir los cuerpos incluso después de la muerte;
pues la dignidad del cuerpo se expresa en la historia del mismo que es una historia
personal de un ser íntimo; de vida privada y vida pública. Un ser de ensimismamiento, recogimiento y
diálogo en el hogar y de pasar y servicio en las rutas y espacios públicos;
calles, plazas, café, bar, pub, club, escuela, universidad, trabajo, templo,
mall, lugares de trámite, etc. Cada
lugar requiere de nuestra educación para saber estar en él y convivir; cada
lugar requiere de una sensibilidad distinta.
Recuerdo un alumno que una ocasión sacó de su mochila, en medio de una
clase, un gran sándwich y su termo con café.
Detuve la clase, lo que nunca antes ni después había hecho y le solicité
que si su apetito era tan extremo y urgente de ser satisfecho, por favor,
saliera y luego volviera. Molesto, me
preguntó por qué. Las razones que di fueron dos: 1º Nada malo hay en comer pero durante una clase
no es momento adecuado para hacerlo y 2º Hay que tener la sensibilidad o toma
de conciencia de que muchos compañeros, probablemente, no han tomado desayuno y
comer delante de ellos denota una gran insensibilidad.
4.
Despertar sentimientos nobles y educar las sensaciones para actuar noblemente.
Es
importante la educación de la
sensibilidad para desarrollar la afectividad, despertando sentimientos nobles
que, serán tales, si esa sensibilidad tiene una dirección moral que ordena el
aspecto sensorial. Pues el violador,
abusador, cruel, son esclavos del
placer; ante una falta de sensibilidad moral.
Quien tiene sensibilidad moral, valórica, pone el placer al servicio del
deber; así si un placer –drogarse, viciarse en el juego- es destructivo, lo
rechaza; si el placer sexual le impide responder a un deber laboral, lo
posterga; si siente ira, la domina y no agrede; si tiene ganas de divertirse,
pero hay una responsabilidad no cumplida, posterga la entretención…
Se
deben educar las sensaciones auditivas para apreciar la música y distinguirla
del ruido; la vista para distinguir la armonía y proporciones de formas,
colores y planos para saber apreciar la obra de arte, educar el sabor para aprender a bien alimentarse,
educar la resistencia corporal para ser laborioso y sano… En fin, educar todas
las sensaciones para ser sobrio.
Existen
cuatro virtudes llamadas cardinales, por cuanto ordenan todas nuestras
acciones, de tal forma nuestro actuar sea correcto, honesto, digno, moral,
bondadoso: la prudencia, la templanza, la fortaleza, la justicia. Pues bien, la sobriedad es una virtud que deriva de
la templanza que consiste en el vivir en forma equilibrada, armoniosa: Es la
virtud de la belleza humana, pues la belleza es proporción, armonía,
plenitud. Descansar, estudiar y/o
trabajar, celebrar, jugar… todo ello y más pero en equilibrio. La
persona sobria es quien posee el dominio y autocontrol de sus sensaciones,
placer, impulsos y ese famoso chilenismo “tengo o no tengo ganas”. La sobriedad es condición necesaria para la
salud, la responsabilidad consigo y con los demás y el acceso a la auténtica
libertad. La sobriedad nos permite valorar nuestros propios intereses y deseos,
estableciendo un límite entre lo justo, sano, razonable y lo desmedido,
desproporcionado, desequilibrante, desarmonioso, injusto e insano.
Contrarios
a la sobriedad es el hedonismo (búsqueda del placer por sobre todo valor) que
lleva a los siguientes vicios
(realización de antivalores):
·
Consumismo y
despilfarro: Es el gasto de dinero en forma
incorrecta pues se compra más de lo necesario o justo, de acuerdo a las
circunstancias. Se compran cosas
innecesarias o se cae en comprar algo que podría ser justo anhelo pero injusto
de acuerdo con las circunstancias. Ejemplo de esto último: es justo anhelar un
segundo par de zapatos o chaqueta pero es injusto, si se le solicita a los
padres cuando estos están sacrificando incluso sus necesidades (comida,
descanso, remedio) para dar una mejor educación a los hijos.
·
Ebriedad: Se refiere al
beber en exceso, esto es, en forma desequilibrada de alcohol; ya porque se pone
en peligro la salud o se dificulta el uso de la razón o se provoca una
adicción. También es ebrio quien bebe cuando no debe hacerlo, porque está en un
lugar o momento que no corresponde – trabajo, escuela, hospital, etc.- porque bebe cuando va a conducir un vehículo,
arriesgando su vida y la de los demás o porque prefiere beber a alimentarse o pagar
las cuentas o cumplir con otros compromisos.
Lo mismo puede ser aplicado para el fumador.
·
Gula (glotonería y
golosería): se refiere a quien come en forma desequilibrada; demasiado de todo
(glotón) o sólo lo que le gusta (goloso).
También cae en un vicio el anoréxico que no desea comer lo que es
prudente o justo para la salud.
·
Lujuria: Es la búsqueda del
placer sexual sin más, en forma desordenada e ilimitada, atentando contra la
dignidad personal pues se cae en el uso del otro y de sí mismo. Cae en promiscuidad quien sostiene relaciones
sexuales múltiples según la ocasión. Se
llama lascivia a la imposibilidad de
controlar la libido. La lujuria puede
llevar a una serie de perversiones sexuales: abuso sexual, voyerismo, sadismo,
violación, etc.
·
Irascibilidad: es el enojo
desmedido que lleva al afán de destruir directamente o indirectamente a otro, a
quien se percibe como enemigo o como obstáculo para cumplir con los propios
anhelos o fines. La ira es: a) Directa: cuando se agrede psíquica,
verbal o físicamente a la persona que es objeto o motivo de la ira. b) Indirecta: cuando se destruye lo que
es importante para la persona que provoca la ira: su familia, sus bienes o
lugares vinculados a la misma y c) Cuando no se otorga lo que es deber y
corresponde. En este último caso, hablamos
de violencia por negligencia o abandono.
·
Flojera: excesivo descanso o diversión que lleva a la persona a no
cumplir con sus deberes de laboriosidad, familia, amistad, ciudadanía.
Lo mismo respecto los
sentimientos, es importante sensibilizarnos hacia lo enaltecedor, de tal modo
surjan sentimientos vinculados al amor por la belleza, la paz, el orden, la
generosidad, la creación, la misericordia, la solidaridad, la colaboración, la
perseverancia, la lealtad, la fidelidad, la fortaleza o valentía, la gratitud,
el respeto, la justicia del deber y del derecho merecido, la prudencia. El mundo, lo demás y nosotros mismos, no sólo
somos captados por una inteligencia
racional sino por nuestra intimidad afectiva y moral, social, religiosa…
¿Qué sentimientos provoca la noticia de los constantes abusos sexuales y qué
sentimientos el acto heroico de quien arriesga su vida por salvar a otros o el
amor de una pareja que se ama durante toda su vida hasta envejecer y
morir? ¿Qué sentimientos provoca ese
video donde una animal acude al lado de otro para intentar reanimarlo en un
caso de atropello? Son Es tan importante sensibilizar a los niños desde
temprana edad, respecto el cuidado de la naturaleza, de los animales, que paso
transcribirles lo que hoy es asegurado por la psiquiatría:
“Aquellos que abusan de los animales,
según indican los expertos, son hasta cinco veces más propensos a cometer crímenes violentos contra las personas. Un
adolescente británico que mete al hámster de
su hermano en el microondas, un grupo de chicos que crucifica a un gato en la
Comunidad Valenciana y otro que asesina
brutalmente a un burro en Extremadura, tres mexicanos que torturan a un perro y
cuelgan los vídeos en la Red...
Animales desollados, quemados, empalados, mutilados, apaleados…
Es frecuente leer
o escuchar frases como 'son cosas de niños' cuando se tratan estos sucesos
(…)En países como EEUU, el
interés por este tipo de actos es creciente. No sólo por la mayor
sensibilización hacia los animales
sino por las evidencias cada vez más numerosas de la relación entre los actos
de crueldad con los animales y
otros crímenes que van desde el consumo de drogas hasta los asesinatos en
serie.
En la década de
los 80, Alan Felthous, experto en Psiquiatría Forense, llevó a cabo varias
investigaciones que mostraban de
forma consistente cómo detrás de las agresiones a personas había, en muchas
ocasiones, una historia de abuso a
animales. Sus trabajos, realizados con hombres especialmente violentos
internados en las cárceles de EEUU, así
lo confirmaron.
Después de eso,
otros han analizado la cuestión. En 2002, la revista 'Journal of the American
Academy of Psychiatry and
the Law'hacía público un estudio en el cual se asociaban los actos repetidos de
crueldad con los animales en la infancia
con el desarrollo de un trastorno de personalidad antisocial, la presencia de
rasgos antisociales y el abuso de
sustancias.
"Aproximadamente,
la mitad de los individuos asociales incurre en conductas sádicas y si lo hacen
antes de los 10 años el
pronóstico es peor", señala Montañés. Que el menor pase de un acto aislado
de violencia contra un animal a
cometer otros crímenes "es una escalada", añade este experto.
"Si repites el acto y va aumentado
el tamaño del animal; si se disfruta… Las posibilidades son mayores".
La sensibilización en España ante esta
problemática es baja. "Estamos a la cola", afirma Núria Querol i
Viñas, médico de familia del
Hospital Universitario Mútua de Terrassa, criminóloga y experta en estos temas.
"El maltrato a los animales es
espeluznante y pocas veces se hace nada", añade.
Sin embargo,
subraya Querol, que además es miembro de la Asociación Americana de
Criminología, "cuando se
detectan casos de menores que maltratan a animales, hay que tener cuidado
porque puede haber un trastorno de
conducta. No se puede pasar por alto, es una oportunidad para intervenir".
En este punto
coincide con ella el doctor Montañés, que incide en la necesidad de
"acudir al psiquiatra en casos
de crueldad con los animales porque al principio estas personas pueden tener
fácil remedio. La falta de control
de los impulsos, la empatía, el manejo de la ira... son cosas que se pueden
tratar si se cogen a tiempo",
añade Querol.
Uno de los
objetivos de esta experta es instaurar en España, como ya existen en otros
países, programas de intervención
para trabajar con estas personas ya que "es muy importante cambiar los valores y no se hace de forma sistemática", concluye”
(Diario El mundo /08/2010. Cf.
http://www.elmundo.es/)
5. Aprender el asombro y la admiración
El asombro y la
admiración son sentimientos llamaos noéticos.
Se trata de sentimientos
vinculados a la tendencia a saber, a entender la realidad –noesis (νοησισ),
pensar. Como meros usuarios de la
realidad, no necesitamos entenderla, ni valorarla; así, usamos el celular,
tomamos un remedio, usamos un lápiz, un vehículo… Lo más común es preguntar
sólo cómo funcionan; no nos interesa entender los principios de su
funcionamiento, sino sólo que funcionen bien; sirvan para lo que fueron
adquiridos; sean útiles. Y, en verdad,
los útiles están hechos para ser tales: útiles, medios, instrumentos a través
de los cuales se logra un fin o propósito que es lo que interesa: comunicarnos
con alguien, sanar, escribir, trasladarnos de un lugar a otro. Giannini decía que una radio puede ser
llamada buena cuando funciona bien - efectivamente es así, vista como objeto,
como cosa; pero si creo una relación "ambital" con ella, esto es, si
la hago formar parte de la historia de mi vida, si la convierto en la compañera
de viajes o en el regalo de alguien amado… Podemos elevar los objetos a
realidades que tienen un sentido superior a su función, un sentido
personal. Desafortunadamente, también
podemos degradar una persona al tratarla como cosa.
Por lo tanto, no debemos confundir
utilidad con valor; pues la utilidad no es valiosa por sí misma sino como medio
para obtener otra cosa que es más importante.
Por otra parte, la utilidad que demos a algo, dependerá de las
necesidades, imaginación y conocimientos de cada cual. Recuerdo cuando me regalaron un inmenso
macetero plástico que, como tal, no me servía; pues bien, dado vuelta y con un
mantel redondo sobre él, fue mi pequeña y funcional mesa auxiliar para tomar
café o poner algunos libros. Luego, en
la época de terremoto, se transformó en contenedor de agua para, finalmente,
terminar como regalo a un matrimonio vecino que necesitaba plantar un pequeño
pino que le habían regalado para navidad.
Los valores que son tres aspectos de la
perfección de un ser –verdad, bien y belleza- no dependen de nosotros; son el
grado real de perfección de ser. Verdad
es lo que realmente es una realidad. No
confundamos lo que yo puedo decir o pensar que es verdad – que puede ser
correcto o erróneo, esto es, falso- con la verdad real. Uno es el valor real
verdad (lo que la realidad es) y otro es mi pensamiento que puede ser un
pensamiento verdadero, falso o ambiguo, impreciso. Así, yo puedo pensar que X persona es cobarde
y estar equivocada. La verdad real es lo que la realidad es y no lo que a mi
puede parecer. Por lo tanto, donde
puede haber error es en nuestra forma de valorar, al no saber valorar; al
confundir valor con utilidad o apariencia con ser. Puedo pensar que tal persona es más valiosa
que otra y no ser así; porque me puedo estar guiando por lo que aparentan y, ya
sabemos, hay personas hipócritas que engañan.
Lo mismo respecto a cuando valoramos si algo es bello o feo; puede que
no sepamos valorarlo, pues hay que aprender a valorar la belleza,
distinguiéndola de lo bonito que causa sensación espontánea de agrado o
desagrado, que se mueve en el plano de la apariencia de los cuerpos y
sensaciones. La belleza es la presencia real de perfección de un ser que. Como
presencia resplandece pero no es captable por los sentidos sino por el
entendimiento y el espíritu que cae en goce ante la perfección de un ser, la
armonía de seres… Respecto los seres de
la naturaleza, la belleza y verdad responder a su perfección natural: Es más
valiosa una garrapata que el oro y un perro es más valioso que una
garrapata. Por supuesto, que si vemos su
utilidad, es mucho más valioso el oro; pues con éste me puedo comprar varios
perros y eliminar las garrapatas que los enferman y no me son útiles. Sin embargo, la garrapata, como realidad
orgánica posee realmente un ser más perfecto que el oro; su valor es mayor: su
belleza y verdad es superior; pues poseen la perfección de la vida. Respecto los seres humanos, nuestro ser es
más perfecto que el de toda otra creatura que no sea una realidad – persona o
realidad de índole espiritual. De ahí
que nosotros no nos adaptamos al medio sino que adaptamos el medio a nosotros,
con la consiguiente responsabilidad de deber cuidar del mismo; pues nuestro
poder, si no se guía por el deber, puede causar destrozos que ningún otro ser
es capaz de causar. Con nuestro poder
acortamos distancias, nos comunicamos a través de continentes y en forma
simultánea, inventamos naves espaciales que nos permiten surcar a velocidades y
alturas mayores que cualquier ave, ideamos naves por mar que pueden atravesar
océanos por sobre o bajo mar; ideamos calefactores, desodorantes, diferentes
formas de conectividad, alimentos artificiales, arte, medicina, ciencias,
credos…. El hecho de tener conciencia
de la verdad, falsedad e ignorancia; conciencia de la belleza y la fealdad, del
derecho y del deber, nos hace diferenciarnos por nuestra condición moral: somos
responsables de lo que hacemos de nosotros mismos y por los demás: somos más o
menos bondadosos, honestos o deshonestos, dignos o indignos, virtuosos o
viciosos, morales o inmorales. De ahí,
la necesidad de educarnos y educar; de formar en valores, en virtudes. No se trata sólo de aprender a descubrir un
valor sino realizarlo: no sólo saber qué es la justicia o lealtad sino ser
justos y leales y reconocer, admirar, la justicia y lealtad del semejante.
Para educar la sensibilidad debemos detener el
correr y pasar por sobre personas, naturaleza y cosas. Enseñar a contemplar,
esto es, a permitir el encuentro con la realidad lo que implica estar
dispuestos a acogerla tal cual es, sin otro motivo que ese: no para dominarla,
usarla, adueñarnos, comercializarla o reducirla a esquemas lógicos o fórmulas;
sino acogerla con el entendimiento, el amor, la conciencia… Verla, escucharla…
darnos un tiempo para asombrarnos con lo que descubriremos y que nos
sobrecogerá o provocará un sentido de lo magnificente, sagrado, misterioso,
insondable, ilimitado, perfecto, delicado, enternecedor, digno de nuestro
respeto o cuidado o cultivo o dedicación o inspiración… ¿Han mirado ese mar inmenso con su constante
movimiento y la solidez de esas rocas que va dibujando en formas y colores?
¿Han observado el juego y desfile las gaviotas y pelícanos y ese orden en el
firmamento? ¿Han observado la nobleza de esos árboles y todo lo que ellos
aportan y cobijan? ¿Se han observado a sí mismos, en el centro del todo este
Universo y lo grandioso de haber sido creados y existir? ¿No es admirable esos
niños y familia que vemos en la Teletón como luchan contra sus aparentes
límites? ¿No es admirable la danza y el canto y la arquitectura y el cine y la
poesía y esa mujer que tal vez con muy pocos estudios cuida y enseña a sus
hijos con mayor sabiduría que cualquier doctor universitario?
Para educar la sensibilidad hay
que darse un tiempo para detener el correr, para no pasar por encima de todo;
detener el bullicio y el consumismo. Nos
falta el silencio decía Karlfried Graf DÜrckheim: “El silencio exterior, pero,
más aún, el silencio interior, es decir una disposición que nos haga capaces,
aún en el bullicio y la agitación exteriores, sentir, guardar e irradiar la
calma”. Es un silencio que no tiene que
ver con la ausencia o no de ruido exterior; es una disposición del alma que
permite captar el movimiento del ser, de las esencias. Lo que permite que Quijote escuche a la
verdadera Dulcinea, trascendiendo su ruidosa voz, que vea tras la aparente
rudeza su dulzura… Es un silencio lleno de vida, de amor, de riquezas
auténticas… No se puede confundir con el silencio de muerte o no vida del apático o flemático que están
vacíos porque son insensibles; como vacío está quien salta según el ritmo de moda y según quien más
fuerte le tire, convenga o acomode. Se
trata del silencio de la admiración que sobrecoge y enriquece el alma con
amor. Es el silencio del hombre de paz que al moverse en zonas
más profundas, supera las fuerzas de los contrarios, de los opuestos, de los
irreconciliables, de la agitación o bullicio que provoca quien vacío huyen de
sí mismo y todo destruye porque nada valora.
Faltan educadores que sean personas llenas de vida interior, de luz, de
amor, de tal forma su presencia termine con cualquier afán destructivo y
negatividad; no por imposición pues nada más lejano a la paz que la violencia
sino porque es capaz de conducir hacia lo profundo donde está la valía del
verdadero ser. El hombre que es capaz de
contemplar la realidad tal cual es, ver de cara la verdad, aceptarla, es el
hombre que sabe de admiración, de respeto, de paz.
No puedo dejar de citar al filósofo
Kirkegaard quien me impactó cuando estaba en primer año universitario, pues,
aunque en verdad no lograba entender lo que decía, sí percibí que quería
transmitir algo que personalmente aun no había logrado vivenciar: “A medida que
su oración se hacía más meditativa, tenía menos y menos cosas que decir.
Finalmente se quedó silencioso.
Silencioso y, lo que es más, opuesto,
si ello es posible, a las palabras.
Supo después que orar no es sólo callarse, sino escuchar. Y es así: orar no significa oírse hablar. Orar significa quedarse silencioso, ser y
quedar en silencio hasta que en la oración se escuche a Dios” (Cit. K. Graf
Durckheim “El hombre y su doble origen” Ed Cuatro Vientos, España, 1996; pág.
41)
6. Aprender a recordar, imaginar e idear fantasías
La imaginación es al futuro lo
que el recuerdo al pasado.
A.
El recuerdo
En
la unidad anterior decía que recordar es hacer que pase por el corazón lo que
una vez pasó. Pues bien. A medida que transcurre la historia de
nuestras vidas, el baúl de los recuerdos va aumentando. Lo importante es cierta sensibilidad respecto
los recuerdos; en varios sentidos:
1º No recordamos todo; por lo cual no
podemos reducir nuestro pasado sólo a lo que recordamos. Es decir: ni tan bueno
ni tan malo. Imaginemos que se instalan
a hacer recuerdos de una relación afectiva frustrada, terminada, de la cual
aseguran que el otro es culpable. ¿Son
justos en sus recuerdos o recuerdan sólo una parte, según conveniencias? Y a la
inversa: ¿Cuando alguien recuerda maravillas pasadas; todo fue sólo maravilla?
2º Recordar está bien; pero ser
apresado por el pasado, no. El pasado,
pasó y es necesario atender al presente y proyectar el futuro. Además es importante distinguir qué vale la
pena recordar y en qué sentido, para qué.
Si se trata de un error; pues bien nadie nace sabio, nacerían
viejos. Lo propio de la niñez es la
inocencia y por ello fácilmente en esa etapa de la vida se cometen errores de
los cuales no se es culpable; por ello los responsables de los niños son los adultos. Cuando se es joven la vitalidad es impetuosa
y la falta de experiencia, también.
Entonces, jóvenes, es natural que cometan muchos errores pues además
creerán que es suficiente capacidad y buena intención para que todo resulte
como se espera; pero, tal vez ya se dieron cuenta que no es así, pues existen
los imprevistos y, como decía un recordado profesor: hay que tener presente a
los imbéciles que lo único que hacen es tratar de impedir que avances o no
cooperar como habían prometido; de tal forma, aprenderás que para dar un paso,
gastarás energías como si dieras tres.
Con la madurez (no todos maduran) aprenderás que se recuerda para traer
a la presencia bellos momentos pasados y para extraer sabiduría de vida:
analizar las causas e influencias que dieron lugar a aciertos y errores para
extraer principios de vida más acertados que indiquen una mayor madurez.
3º
Con los viejos debiera de tenerse mayor sensibilidad y respeto,
valoración por sus recuerdos pues cada vez van proyectando para menor tiempo de
futuro y, en el mejor de los casos, con menos capacidades motoras aunque mayor
sabiduría de vida. Por ello en muchas
culturas existía el “Consejo de ancianos”.
Debemos educar la sensibilidad para darnos cuenta que no es lo mismo que
una pareja joven pierda su casa que una pareja de ancianos que ya no tienen
tiempo ni posibilidades de recuperar, por sí mismos, lo perdido. Es importante darles espacio a sus recuerdos
– fotos, anécdotas, música, películas, libros, amistades – pero también a
instarlos a vivir el presente y seguir sembrando, seguir dinámicos. Seguir
dignos. El film animado “UP” deja una
muy bella enseñanza al respecto.
B.
Imaginación y fantasía.
Imaginamos
lo que no vemos porque aún no sucede o porque no es visible. La imaginación anticipa el futuro y nos
permite entender lo profundo e íntimo.
Escuchas un fuerte ruido sordo que viene del exterior y gritos: Te
imaginas un choque de vehículos.
Escuchas a dos adultos alzar la voz y enseguida el llanto de un niño, te
imaginas una pelea y al pequeño asustado.
Ves aparecer una mano pequeña a través de una puerta y te imaginas un
niño o sientes unos ladridos e imaginas un perro. Las películas de ciencia ficción trabajan con
la imaginación deductiva. Así Matrix es
una respuesta a la interrogante ¿Qué pasaría si el mundo siguiera teniendo un
comportamiento como el actual, donde el mundo virtual se perfecciona cada vez
más y el mundo real humano cada vez menos, pasando a veces a sustituirlo como
en los juegos Second Life? Igualmente, el arquitecto y su cliente
realizan un diálogo sustentado en imágenes: Deseo una casa que me haga sentir
formando parte de la naturaleza, que juegue con las luces naturales, que me
sienta volando… Y el arquitecto imagina lo que ella desea e idea los planos… los
colores, los materiales, las formas, los espacios, la iluminación, los
decorados… Te solicitan ayuda para los
afectados por el terremoto, no puedes quedar insensible, imaginas su dolor. Ves a un pero aullar de dolor y su pata
fracturada, no puedes quedar insensible, pues imaginas su dolor. Ves los
constantes actos de violencia, no puedes quedar insensible e imaginas formas de
educar para prevenirlos. Ves el esfuerzo de una familia por salir adelante, los
logran: Te imaginas su historia de retos, esfuerzos, cansancios superados… no
puedes no conmoverte y sentirte feliz y rendir un homenaje a esas
personas.
Imaginas
palabras unidas como nadie lo hizo para expresar poéticamente, una idea, tu
idea… Entonces nuestro poeta Vicente Huidobro exclama: “Éramos los elegidos del
sol y no nos dimos cuenta. Fuimos los elegidos de la más alta estrella y no
supimos responder a su regalo. Angustia de impotencia. El agua nos amaba. La
tierra nos amaba. Las selvas eran nuestras. El éxtasis era nuestro espacio
propio. Tu mirada era el universo frente a frente. Tu belleza era el sonido del
amanecer…”
Sólo
quien no imagina puede ser insensible ante la miseria, el dolor, el temor, la
angustia, las ansias de superación, el sacrificio, el amor, todo arte y el
Universo entero con todos sus misterios.
Pero
la realidad implica compromiso, responsabilidad, amor, penas y alegrías…
necesitamos descansar. Uno es el
descanso físico; reparar energías: nutrirse y dormir. Pero el descanso psicológico requiere de
otras actividades donde juguemos con la fantasía; donde las decisiones no
traigan consecuencias nefastas y el Correcaminos se caiga mil veces por el
precipicio y siga corriendo; donde una casa vuele con cientos de globos que la
elevan y un robot se enamore y viva muy feliz.
Son películas o cuentos que no deben hacer daño sino dejar una enseñanza
con ternura, delicadeza, belleza; con héroes y villanos; donde esté claro lo
que es bueno y lo que es malo; donde el personaje se da cuenta del error y lo
enmienda. Es la fantasía para educar la
sensibilidad y formar en valores:
“Buscando a Memo” con el valor de
familia, la generosidad, la valentía, el amor incondicional del padre por el
hijo, la superación, la justa obediencia que es distinta a la sumisión que es
el sometimiento a una orden arbitraria.
“Shrek” con su enseñanza de lo absurdo de los prejuicios y apariencias,
el sentido de la amistad y la fuerza del amor que supera todo plan pernicioso.
“Más allá de los sueños” con su enseñanza de lo que es la paternidad, el amor
por la esposa, las necesidades y fragilidad de los hijos, el valor de cada ser,
la fuerza del amor que merece el perdón y la salida del infierno y otra
oportunidad…
7.
Restablecer el vivir por un ideal y felicidad.
Conscientes
de nuestro ser, del Universo, de los mundos que vamos conformando, acorde la
visión que nos hacemos de los demás, de la creación, del sentido de la misma y
de la propia existencia, otorgamos a la vida un sentido, una misión, un para
qué. Será ese para qué el que una
dirección a nuestra existencia; de tal
modo saber si nos alejamos o acercamos a él; será ese para qué el que nos dé la
fuerza necesaria para superar toda situación o circunstancia. “Quien tiene algo
por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo”, decía Nietzche. El psiquiatra Víktor Frankl, prisionero en el
más cruel campo de concentración que haya existido – en Auschwitz- elaboró su psiquiatría sustentada en el
descubrimiento del sentido de la vida. Sus palabras nos alertan:
“Lo
que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la
vida. Tenemos que aprender por nosotros
mismos y después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida,
sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos
que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de
ello, pensar en nosotros como en seres a
quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no
de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En última
instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los
problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo. (…)
“Vida”
no significa algo vago, sino algo muy real y concreto, que configura el destino
de cada hombre, distinto y
único en cada caso. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Ninguna
situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre se
encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso
aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre
puede ser simplemente aceptar su destino y cargar
con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no
hay más que una única
respuesta correcta al problema que la situación plantea.
Cuando
un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar dicho sufrimiento,
pues ésa es su sola y
única tarea. Ha de reconoces el hecho de que, incluso sufriendo, él es único y
está solo en el universo. Nadie puede
redimirle de su sufrimiento ni sufrir en su lugar. Su única oportunidad reside en la actitud que
adopte al soportar su carga. (…)Ante nosotros teníamos una buena cantidad de sufrimiento que
debíamos soportar, así que era preciso hacerle frente procurando que los momentos de debilidad y de lágrimas se redujeran
al mínimo. Pero no había ninguna
necesidad de avergonzarse de las lágrimas, pues ellas testificaban que el
hombre era verdaderamente
valiente; que tenía el valor de sufrir. (…)Recuerdo dos casos de suicidio
frustrado que guardan entre sí mucha
similitud. Ambos prisioneros habían comentado sus intenciones de suicidarse basando su decisión en el
argumento típico de que ya no esperaban nada de la vida. En ambos casos se trataba por lo tanto de hacerles
comprender que la vida todavía esperaba algo de ellos. A uno le quedaba un hijo al que él adoraba y que estaba
esperándole en el extranjero. En el otro
caso no era una persona la que le esperaba, sino una cosa, ¡su obra! Era un
científico que había
iniciado la publicación de una colección de libros que debía concluir. Nadie
más que él podía realizar su
trabajo, lo mismo que nadie más podría nunca reemplazar al padre en el afecto
del hijo. (…) Cuando se acepta la imposibilidad de
reemplazar a una persona, se da paso para que se manifieste en toda su magnitud la responsabilidad que el hombre
asume ante su existencia. El hombre
que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera
con todo su afecto o ante
una obra inconclusa no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el “porqué”
de su existencia y podrá
soportar casi cualquier “cómo”.” (Víktor Frankl. “El hombre en busca de sentido” Ed. Herder, Barcelona,
1991. http://homepage.mac.com/eeskenazi/frankl.html )
Una
de nuestras más importantes y urgentes tareas es ayudar a descubrir el sentido
de vida; pues son muchos los jóvenes e incluso niños que no sienten ese impulso
o coraje de vivir, ese para qué vivir.
Por ello se muestran indiferentes ante la vida, la exponen sin ningún
motivo; no ven en la vida nada valioso; nada por qué luchar, por qué
superarse. No se puede vivir sin soñar,
sin un ideal.
No
es lo mismo tener un ideal que ser utópico; pues la utopía no tiene sustento
real, afortunadamente es un imposible; pues si lo fuera sería destructiva. Así, es una utopía pretender que todos vayan
a la Universidad pues, en primer lugar no todos tienen vocaciones
intelectuales; tampoco todos poseen capacidades intelectuales y, lo más
importante, existen vocaciones tan o más importantes que las universitarias:
ser pastor, leñador, jardinero, pescador, aseador, modista, artesano, cantante,
pianista, conductor de buses, camiones,
etc. Lo importante es aprender a valorar
cada trabajo pues cada labor bien realizada dignifica a la persona ¿Podría
existir un médico, profesor o arquitecto, si no hubieran cocineros,
constructores, aseadores, gasfíter,
etc.? El problema es la sobre valoración
de algunas profesiones y la minusvaloración de otras. Educar la sensibilidad para respetar, admirar
y agradecer la labor del pescador y la del músico o matemático… Descubrir lo
que la vida espera de nosotros y lo que nosotros esperamos de ella y de
nosotros mismos.
Un
ideal de vida debe guiar toda nuestra existencia, por lo tanto, debe ser alto
para dar sentido a cada decisión, acción,
obra, renuncia… Lo importante es que se adscriba a la idea de perfección de
nuestro propio y auténtico ser. De este
modo será nuestro criterio de autoevaluación, de superación que responderá si vamos en una vía de mejoramiento,
superación o decadencia.
La
ruta de nuestro ideal, coincidirá con la ruta de nuestra felicidad. Pues la felicidad no es un sentimiento
producto de una emoción pasajera ante un logro o meta cumplida. La felicidad es un estado consecuencia de
nuestra real realización que es tal, si responde a nuestro ser esencial, esto
es, al verdadero ser que soy. La
felicidad, por lo tanto, es algo muy distinto al placer o a la alegría de un
momento. Es más, a la felicidad no se
opone el dolor; pues el dolor tiene un sentido si está en la ruta auténtica de
nuestra existencia. Así, agotados por el cansancio, con dolor y temor pero
felices, culminó la labor de quienes heroicamente expusieron su vida para
salvar del fuego a personas, bienes patrimoniales, flora y fauna.
8. Distinguir
entre hecho y acontecimiento; significado y sentido; producto y creación.
Teniendo
presente lo que implica educar la sensibilidad y formar en valores, queda por
distinguir algunos procesos o fases que llevar a cabo para que nuestros
educandos tomen conciencia de la realidad y su valor; de tal modo ellos mismos,
sobrecogidos por la realidad, asuman un compromiso con ella, asuman y realicen
los valores, haciéndolos formar parte de su ser a modo de virtud.
Mis
decisiones trascienden mi ser; mis errores o aciertos no sólo me afectan a mí
sino a otros; no soy un ser aislado, cerrado, sino abierto y actuando sobre
otros seres. Es más, dada la naturaleza de nuestra realidad, descubriremos más
tarde o más temprano, que sólo nos realizamos en el encuentro con los demás y
que somos felices en la medida que somos capaces de hacer felices a otros. Es claro, entonces, que sin desarrollar la
capacidad de encuentro, no seremos capaces de atender a la verdad de la
realidad, ni descubrir la belleza natural como tampoco recrear la belleza de
una obra de arte y valorar al artista; tampoco tendremos la fuerza que se
requiere para actuar correctamente, a pesar de los obstáculos, ni la
sensibilidad para amar al semejante… Si queremos enseñar las ciencias, las
artes, las tecnologías, la naturaleza, lo trascendente y el ser humano, debemos aprender a crear ámbitos de
convivencia fecundos; por ello, educar para el encuentro debe ser uno de
los propósitos centrales de todo quehacer formativo. Ello requiere:
1º Distinguir entre objetos y ámbitos: Si trato
las realidades ambitales y las cosas u objetos del mismo modo, confundido,
valoraré lo que es útil y despreciaré o rebajaré la dignidad de lo valioso. Las
cosas son asibles, utilizables, canjeables, reciclables, a-personales, tienen
precio. Las realidades ambitales,
llamadas así porque no tienen límites, no son cerradas sino que, en cuanto
personales, trascienden la persona a través de sus ideas, creaciones, amor,
requieren ser acogidas, valoradas como tales. Ya dijimos que un objeto –un
piano- puede ser elevado a realidad ambital, en la medida que una persona lo
“habita”: esa interpretación musical que extraigo de “mi piano”, ese regalo que
representa un momento único de mi vida, nuestro hogar…, nuestra
Universidad… Es la percepción de esta
realidad ambital la que nos permite valorar “Es un bello hogar” o “Se trata de
una muy bonita casa pero no hay calor de hogar”
b) Distinguir hecho de acontecimiento: Un hecho
es un dato observable, medible, encasillable en un espacio y tiempo. Un
acontecimiento es un algo que nos acontece, que nos impacta, que conmueve
nuestro ser, que no nos deja indiferentes, sino conforma la historia de nuestra
existencia. Para captar la diferencia entre hecho y acontecimiento, debo captar
su sentido. Para algunos, entrar a la Universidad puede ser un hecho; para
otros, un acontecimiento… Para alguien la muerte de su padre puede ser un hecho
o dato, para otro, un acontecimiento.
Para Marguerite Duras, su viaje a diario en el transbordador fue durante
años un mero hecho; un día se transformó en un acontecimiento que la marcó toda su vida y que sólo valoró
como acontecimiento años más tarde.
c) Distinguir significado de sentido: El
significado lo da la comprensión abstracta de los conceptos. El significado lo
encuentro en un diccionario. Así, si sé lo que significan los conceptos “mi”,
“padre”, “muerte”; es claro que tendré claro el significado de la frase “murió
mi padre”; pero no el sentido tan distinto que tiene esa misma frase dicha en
dos personas cuyas vidas han sido entretejidas de muy diversa forma, según él
sentido que ha alcanzado en ellas la presencia de su padre... Muchas veces hay incomunicación entre las
personas porque a pesar de que ambas usan las mismas palabras, ambas le otorgan
distinto sentido.
d) Distinguir entre producto y obra: Un poeta
no produce o hace poemas; los crea. Los productos pueden reproducirse en forma
automática. Un producto requiere sólo de la técnica que requiere su producción. Cada creación, en cambio, es única; expresa un momento único de un ser
también único; lo expresa; lo extiende en el tiempo… El poema “Éramos los elegidos del sol” de
Huidobro, surgió en un momento irrepetible y es, por lo mismo, único.
Al crear u otorgar un sentido
trascendente, personal a la realidad, la transfiguramos en un sentido de
belleza, intimidad o religiosidad: el palo de escoba para el niño se transforma
en su caballo; la casa humilde en una morada –hogar; la flor en un símbolo de
amor… Es posible crear formas de unidad
profundas y fecundas que no implican un apoderamiento o uso de la realidad o de
las creaciones realizadas por otros; sino por el contrario, requieren de
nuestra actitud de respeto, entendimiento creativo y no por ello manipulación o
lejanía. Refiriéndose a esto, Alfonso López
Quintás dice: “Una vez vivida esta experiencia, verás con toda nitidez
que la libertad y los cauces normativos se complementan cuando se vive de forma
creativa; no se oponen”. (“Cómo lograr una formación integral”. Ed. San Pablo.
Madrid 1996; Pág. 46). Debemos educar la
sensibilidad para que el hombre ame y respete la realidad y no busque sólo
apoderarse de ella. Es cierto que
también necesitamos usar la realidad pero en ese caso, debemos hacerlo con
cuidado, humildad y gratitud; pues una cosa es el uso y otra el abuso. Usamos los árboles para construir nuestras
habitaciones, crear una escultura, pero no talamos o quemamos los árboles
porque sí, por afán de simple apoderamiento o porque deseamos darnos el placer
de destruir, de abusar. Ab-uso es el uso desmedido, sin sentido, sin retribuir
a través del cuidado o cultivo.
·
Sensibilidad,
respeto, responsabilidad, justicia, prudencia e inspiración se unen cuando
vivimos desde y hacia lo profundo, lo valioso, lo fecundo...cuando
somos capaces de abrir nuestro entendimiento, nuestro “corazón” para otra
realidad que me solicita o inspira… Para acoger una obra o una realidad
ambital, debo re-crearla, vivenciarla, interpretarla, hacerla íntima hasta que
reviva en mí. La obra renace gracias a
mí y a su vez me potencia, inspira, realiza. Es una experiencia reversible:
“voy en busca de una obra y la configuro en virtud del impulso que ella misma
me otorga” (Ibíd. Pág. 46). Esta experiencia es requisito para existir en
plenitud los ámbitos personales: amorosos, artísticos, científicos, éticos,
religiosos, etc. Se trata de ser capaz de llevar a cabo la experiencia de
encuentro: experiencia reversible que se das entre seres personales;
entreveración de almas; diálogo. El encuentro me apela, me suscita, me
inspira…voy al encuentro no bajo al esquema dices-efectúo o actúas-padezco sino
co-participamos, co-creamos, nos invitamos, hacemos nuestro, colaboramos. Por
ello el encuentro requiere de amabilidad versus violencia, confianza versus
temor; valoración versus abuso.
·
La finalidad educativa -o usando el lenguaje de moda- la
“competencia” que todo educador debe
poseer, es la de enseñar a fundar ámbitos fecundos de recreación y encuentro. A
lo largo de la vida descubriremos que cada realidad (nosotros mismos) no somos
cosas sino ámbitos, posibilidades que se abren y ofrecen una riqueza insondable
de posibilidades a la mirada inspirada, sensible, creativa.
9. Debemos enseñar a usar el lenguaje
en toda su fecundidad
El
lenguaje no es sólo un medio para comunicar algo; tampoco encontramos en esta
función su mayor energía ni su fuerza formativa. El lenguaje crea ámbitos: Ámbitos de belleza, de acogida, de
bondad, de religiosidad. Por lo mismo, un lenguaje impulsado por el odio o por
el afán manipulador se autodestruye porque anula toda posibilidad de encuentro.
De ahí el cuidado con el uso de los llamados “términos talismanes” o “esquemas
dilemáticos” que prejuzgan en la medida que están vacíos de significado y
sentido; buscando el poder y para ello escisiones arbitrarias, simplificaciones
falsas en una mirada superficial de la realidad. Llamamos términos talismán a
aquellos que son usados sin tomar conciencia de su significado y de los
diversos sentidos que pueden tener a lo largo de su historia. Asín hoy son términos talismanes que atraen
el aplauso reflejo: libertad, derecho, igualdad, cambio, diversidad y, por
oposición, son términos talismán que provocan un rechazo instintivo:
obligación, deber, mérito, permanencia.
La creación de ámbitos, la elevación de objetos a ámbitos, no es posible
si se carece del lenguaje apropiado, rico en matices, integrador,
respetuoso. Así, con un lenguaje vivo,
podemos integrar vertientes diversas de la realidad: libertad y compromiso,
sacrificio y felicidad, intimidad y expresión, dignidad y servicio, derecho y
deber, permanencia de lo esencia y
cambio de lo situacional…
La
palabra, la imagen y el silencio son vehículos expresivos del encuentro: Es
cierto que cada palabra tiene un significado que debemos conocer pero ese
significado debe ser fecundado por nuestras vivencias de encuentro, de tal modo
que “den cuerpo” a las realidades ambitales, permitiéndonos comunicarnos y
comunicar un sentido único; no sólo comunicar “algo” sino comunicarnos
nosotros. Necesitamos conocer las palabras
guardadas en diccionarios, necesitamos conocer su significado y usarlas para
correctamente comunicar algo; pero el lenguaje tiene un sentido superior: puede
alumbrar modos únicos y originarios de sentido. Mediante el lenguaje expresamos
acontecimientos, pensamientos originarios, credos, sentimientos, poemas,
cuentos, novelas, guiones, letras de canciones, mundos imaginarios y mundos
descubiertos… Mediante el lenguaje conformamos el armario de nuestra alma,
nuestras convicciones, decisiones, hacemos propuestas y re-cordamos. Por ello,
cada obra literaria es el fruto del encuentro de un hombre con una vertiente de
la realidad, en un momento único de su historia de vida.
·
El lenguaje comunica, crea obras de arte pero también crea
ámbitos de encuentro o desencuentro: No es lo mismo la corrección fraterna (otra virtud derivada de la prudencia) que
se hace con cariño y respeto para procurar un bien para el corregido que el grito y la palabra hiriente o soez,
grosera. Hoy es otro problema que se
agrava en nuestro país. Sufrimos de
coprolalia (copro= excremento; lalia= palabra).
El garabato, la grosería se hizo habitual, invadiendo toda relación y
ámbito, vulgarizando toda comunicación y quitando la posibilidad del desarrollo
creativo a nivel cerebral. Cuando
hablamos, potenciamos al máximo el desarrollo cerebral que es posible hasta los
22 o 24 años: debemos en fracción de
segundos buscar la palabra que expresa la idea precisa, conjugarla junto a otras,
en tiempo, singular o plural, masculino, femenino o neutro y dar la orden a
cuerdas vocales, lengua y dientes para que adopten una posición adecuada en
pronunciación, tono, acento y calidez… Hoy todo se reduce a un vocabulario
mínimo y siempre se hacen las mismas relaciones sinápticas que van dejando las
mismas huellas y anquilosando a temprana edad el cerebro. Todo es y todos-as son “h…….”; a tal punto
que lo aceptaron como chilenismo. El
psiquiatra Otto Dörr una y otra vez
alertó sobre el problema que desde año afectaba a gran parte de los chilenos:
Transcribo parte y pongo link a uno de sus últimos documentos, en Tribuna.
Sábado 19 de Junio de 2010. “Educación y lenguaje”. Academia de Medicina:
“La situación de la educación en Chile ha
alcanzado niveles dramáticos, como lo afirmara el ministro Lavín hace algunos
días. Los resultados tanto en las pruebas nacionales como internacionales han
sido deplorables. Quiero recordar algunas cifras: apenas un 26% de los alumnos
de 8º básico alcanzan un nivel suficiente en lenguaje y sólo un 13% en
matemáticas (este nivel es llamado con el eufemismo “avanzado”); obtenemos
sistemáticamente los últimos lugares en las pruebas internacionales Pisa y
Timss; y quizás si lo más impresionante sea que el 84% de los alumnos que han
ingresado a primer año de la Universidad de Chile no entienden lo que leen. Los
resultados de esta misma prueba de comprensión de lectura en los alumnos de
primer año de la Universidad Católica fueron sólo algo mejores. Cabría
preguntarse con preocupación lo que estará ocurriendo con los alumnos de las
otras universidades, cuando las que hemos mencionado son las mejores de Chile.
¿Cuáles pueden ser las razones de este extraño
fenómeno, puesto que no se condice con el nivel alcanzado por el país tanto en
el plano económico como institucional? Se han dado muchas, y todas plausibles:
el desprestigio de la carrera de profesor, los malos sueldos, el ingreso a las
carreras de pedagogía con puntajes mínimos en la PSU, el proceso de
municipalización impulsado por el gobierno militar, la pérdida del hábito de la
lectura, etc. Yo agregaría a esta lista el imperio en nuestra sociedad de la
televisión, que implica un dominio de la imagen sobre la palabra; la primera,
efímera, mientras la segunda es secuencial, por estar en todo momento (el
lenguaje) reteniendo el pasado y anticipando el futuro, es decir, superando la
transitoriedad del tiempo y abriendo un acceso natural hacia la dimensión
trascendente. Es el mundo de la palabra y de la música, curiosamente, y según
la mitología, el legado que nos dejara al morir el semidiós Orfeo. Pienso, sin
embargo, que hay una razón más profunda que explica la crisis del sistema
educacional: la paulatina descomposición del lenguaje hablado.
Hace casi veinte años publiqué
en estas mismas páginas un artículo titulado “El lenguaje degradado”, en el que
manifestaba mi preocupación por la forma en que se venía deteriorando el uso
del español en Chile: modulación defectuosa, falta de vocabulario, uso excesivo
de muletillas y, lo que es peor, la invasión del habla cotidiana por groserías.
Entonces este fenómeno afectaba fundamentalmente a los varones de todas las
clases sociales, exceptuando el campesinado provinciano, algunos grupos
académicos aislados y personas de edad muy avanzada. Se observaba también una
incipiente extensión a las mujeres jóvenes. Hoy el fenómeno ha experimentado un
proceso de generalización. Ya los niños de seis o siete años están hablando
así, las jóvenes universitarias usan las mismas groserías que los hombres y
cada día son más las personas mayores que hacen lo mismo. Sólo falta que las
madres se dirijan en esa forma a sus bebés o que los sacerdotes empleen estas
palabras en sus sermones. Esta forma de hablar consiste en lo esencial en que
una palabreja, en un comienzo empleada como insulto, se ha transformado no sólo
en sustantivo, verbo y adjetivo de uso indiscriminado, sino también en final
obligado de cualquier frase. Ahora bien,
como esta palabreja se acompaña regularmente de otras groserías basadas en
contenidos anales y genitales, tenemos que el habla cotidiana del chileno se
está aproximando a un tipo de lenguaje muy patológico, que en psiquiatría y
neurología se denomina “coprolalia”, palabra que significa “lenguaje
excrementicio”, propio de ciertas demencias secundarias a la destrucción de los
lóbulos frontales del cerebro, los que constituyen justamente el sustrato
biológico de la experiencia ética.”
Grave situación ante la cual no podemos
mostrar insensiblidad.
La
complejidad de nuestro ser, de nuestra existencia, nos lleva a distinguir entre
energías que nos encapsulan en un mundo egoísta, ansioso de poder, vanidad,
apariencia, grosería y esas otras energías que nos transportan a un mundo
respetuoso, solidario, cooperativo, de convivencia en paz, de realización a
través del amor y servicio a los demás. Cada cual elige su camino con las
siguientes consecuencias para él y para los demás ante los cuales se erigirá
como una oportunidad, un apoyo un obstáculo, maleza….
- Paradójicamente, la realidad que
apetezco para satisfacción de mi ego, me seduce, me fascina. Al adueñarme
de estas realidades, al poner el sentido de mi vida en las cosas, al
reducir lo ambital a lo cósico, siento euforia, exaltación; pero al mismo tiempo, esta visión del
mundo y de mi propia existencia me rebaja, me anula en mi condición
personal, me insensibiliza para los valores más nobles, me deja en la
soledad de quien es incapaz de encuentro: es el proceso de vértigo. La sub-yugación del egoísta nos lleva
a las intensas pero superficiales, momentáneas y destructivas emociones de
vértigo que enferman, anulan,
envilecen, destruyen. Las emociones
intensas y profundas del amor llevan al éxtasis, a la elevación,
superación. Es la confusión
constante entre exaltación y exultación;
donde esta última es el goce de la
auténtica realización personal; mientras la exaltación es el estar fuera
de sí, el vacío, la huida, la enajenación, la violencia en cualquiera de
sus formas. En filmes como Requiem
por un sueño, Cisne Negro; se expone, magistralmente, la caída del ser
humano.
·
El
éxtasis – a diferencia del vértigo- emerge desde la profundidad del
ser esencial, desde su vocación de ser, de ser personas que van al encuentro de
otras personas y dispuestas a la generosidad, al respeto, agradecimiento,
responsabilidad, compromiso, sacrificio de amor. En esta vía de éxtasis, se
despliega la sensibilidad para la grandeza de los valores, de los ideales, de
la nobleza, lo sagrado, el respeto, la piedad. Es el ámbito de la felicidad, del encuentro; de la
apertura a los valores aunque estos nos exijan esfuerzo y no nos ofrezcan
placer, posesión, poder. Los valores confieren dignidad a nuestras acciones
porque expresan la dignidad de nuestra esencia de ser. Los valores se revelan a
quien participa de ellos: quien quiera descubrir el valor de la justicia no
debe limitarse a informarse sobre ella, pues sólo sabrá de ella quien la
vivencia a través de una vida justa, de actos de generosidad, de fundar
vínculos de armonía, equilibrio, colaboración.
Fuerza; la sabiduría no la
entrega la Universidad;
está incoada en cada cual; sólo hay que
empezar a amar
11. DEFINITIVO: EVALUACIÓN II Y III